“He visto una casa y no quiero perderla. Necesito que ‘eches un ojo’ al contrato de arras.”
Le pedí las escrituras, la nota simple, el certificado energético, el IBI, la cédula, la ITE, los DNIs… lo básico.
Pasaron tres días. Luego una semana.
Nada.
Cuando por fin me envió los papeles, ya había firmado.
Y, claro, también ya tenía el problema.
Porque trabajar de oídas, sin documentos, sin datos, sin comprobar… no es trabajar.Es adivinar. Y las adivinanzas en el mundo inmobiliario se pagan caras.
He visto operaciones bloqueadas por una carga no detectada, arras perdidas por una fecha mal calculada, contratos anulados por un error en la titularidad, renegociaciones porque el inquilino (supuesto amigo del vendedor) no se va, financiación denegada por afectacion de lineal, aplazamientos (afortunadamentes era compra sin financiación) por una hipoteca pendiente de cancelar de una entidad desaparecida, …
Todo por esa frase tan común:
“Ya me lo ha dicho el vendedor, está todo bien.”
He oído muchas veces frases como “tranquila, está todo controlado” o “todo está listo para firmar”.
Pero la verdad es que solo puedo controlar de verdad la operación cuando tengo la documentación en mi poder.
Con los papeles delante, puedo verificar cada detalle, detectar riesgos y tomar decisiones con certeza, no con suposiciones.
La documentación no es un capricho, es la única forma de proteger tus intereses, anticiparte a los riesgos y evitar que tu operación se convierta en un campo minado.
Por eso, cuando un cliente no entrega la documentación que le pido, sé dos cosas:
- No tiene verdadera urgencia.
- Aún no ha entendido el coste real de “trabajar de oídas”.
Y esto vale para todo: vender, comprar o alquilar.
Si vendes, necesito la documentación para detectar cualquier carga, discrepancia o gasto oculto antes de que lo haga el comprador, anticiparme a posibles problemas legales o fiscales y asegurar que la operación se pueda cerrar sin sorpresas.
Si compras, la necesito para asegurarte de que la propiedad es lo que te dicen que es, y no una versión maquillada de la realidad.
Y si alquilas, los documentos son los que blindan tus derechos, te evitan impagos, reclamaciones y te permiten actuar con seguridad.
La documentación no retrasa una operación: la hace posible.
Es lo que separa una gestión profesional de una historia con final complicado.
Porque, al final, el resultado final es lo único que realmente importa.
Todo lo demás es ruido.
Si vas a vender, comprar o alquilar una propiedad, no trabajes de oídas.
Confía en quien sabe leer los papeles que cuentan la verdad.
Tienes toda la razón Begoña. Yo cuando les pido a mis clientes toda documentación, les digo que no es porque se curioso, si no que es para poder asesorar correctamente y evitar contratiempos y retrasos de última hora.
Además de por sentido común, la LEY 18/2007, de 28 de diciembre, del derecho a la vivienda, detalla claramente la documentación e información a la que tiene derecho el comprador y oobligación de entregar el vendedor.